Elaborado por Mildred Berrelleza, profesora de la Escuela de Negocios y del Centro de Empresas Conscientes del Tecnológico de Monterrey.
México, al igual que muchos otros países, estáa experimentando las consecuencias socioeconómicas derivadas de la pandemia por Covid-19; pero incluso antes de la pandemia, México ya experimentaba problemas socioeconómicos, tales como: desigualdad, pobreza y falta de crecimiento económico. Tras la pandemia, las cifras de pobreza, exclusión y desempleo no muestran una tendencia de mejoría. El 43.9% de mexicanos viven en pobreza, de los cuales al menos el 8.5% viven en pobreza extrema y el 8.9% es considerado población vulnerable de ingresos.
Por su parte, las cifras de desempleo no mostraban una tendencia de mejoría previo a la pandemia, y a dos años de su inicio tenemos 2.7 millones de personas en desempleo; y la tasa de trabajo informal aumentó un 7.7%, alcanzando una cifra de 55.6% de la población ocupada.
Con este contexto, tanto el sector público como el sector privado han generado alternativas para paliar algunos de los efectos, generados por la pobreza y el desempleo, y agravados por la pandemia. Desde el sector privado, algunos de los esfuerzos que se han hecho son la generación de empleos a través de la creación de nuevas empresas, y la conservación de fuentes de empleo. Desde el sector público el apoyo a determinadas industrias que se han visto más afectadas por los efectos de la pandemia por CovidOVID-19.
Sin embargo, el contexto social y económico post-pandémico esta demandando soluciones sostenibles y escalables; y aunque los esfuerzos realizados por el sector público y el sector privado han ayudado, han probado no ser suficientes.
Con este contexto, los procesos asociados a la innovación social han tomado protagonismo, como un proceso de generación de nuevas ideas que puedan responder y satisfacer necesidades sociales,; al tiempo que crean nuevas relaciones y colaboraciones sociales.
Los procesos de innovación social se están presentando con mayor frecuencia, y con mejores resultados, en organizaciones híbridas (o empresas con propósito).
Las empresas híbridas o empresas con propósito son un nuevo tipo de empresa, que busca resolver problemas sociales mientras genera valor económico. Esta nueva generación de empresas surge con un propósito que va más allá del capital y de reducir las externalidades negativas derivadas de su operación. Surgen por la necesidad de repensar la práctica empresarial, por la necesidad de propiciar una transformación estructural de los viejos modelos organizativos, pero sobre todo porque el contexto socioeconómico y político actual lo demanda.
Este nuevo tipo de empresa, si bien no es nuevo, su conceptualización y visibilidad si es reciente.
Lo anterior se debe a que las empresas con propósito operan con diversas figuras jurídicas y diferentes modelos de negocios. En México, por ejemplo, algunas de ellas operan como sociedades anónimas, cooperativas; o bien, se reconocen a sí mismas, como empresas sociales, empresas B, empresas asociadas a la economía social y solidaria, entre otros. Es justamente esta diversidad lo que ha complicado la conceptualización y visibilidad del impacto de este nuevo tipo de empresa.
Por el potencial de impacto que las empresas híbridas plantean, parece necesariao la creación de un marco inclusivo común, que nos permita identificarlas, al tiempo que respetemos la diversidad en sus modelos de negocio. Es así como surge y se acuña, el concepto de cuarto sector.
El cuarto sector, se plantea como un nuevo sector de la economía que agrupa a las empresas que operan con una doble lógica: una lógica de impacto social y/o medioambiental, y una lógica de creación de valor económico.
¿Qué hace falta para impulsar la visibilidad y crecimiento del cuarto sector en México?
Los datos ofrecidos en el último reporte del cuarto sector en Iberoamérica sugieren que en países con características sociales y culturales similares a las de México, no es ni la falta de espíritu emprendedor, ni el entendimiento del contexto, lo que ha frenado la visibilidad y desarrollo de estas empresas. Al contrario, éstos han sido factores determinantes en el impacto que las empresas con propósito han tenido.
Lo que, si ha frenado el desarrollo de estas empresas, ha sido la falta de un ecosistema que las arrope y propicie su crecimiento.
La falta de un ecosistema adecuado ha tenido algunas consecuencias, entre las que podemos destacar: la falta de un marco jurídico apropiado, regímenes fiscales y esquemas de financiamiento no adecuados y dificultadla dificultad para atraer talento.
Con lo anterior, las empresas con propósito encuentran grandes dificultades para escalar sus operaciones y generar el impacto que nuestro país, y los problemas que lo aquejan, necesita.
Si las empresas con propósito cuentan con un ecosistema adecuado, pueden presentarse como un germen de transformación, y como el camino hacia un nuevo modelo económico mas sostenible, inclusivo y justo.
Nuestro bienestar, el de las futuras generaciones y el del planeta, depende de ello.
Publicado originalmente El Financiero.