Los bosques sanos absorben anualmente dieciséis mil millones de toneladas métricas de emisiones de gases de efecto invernadero, lo que representa el 12% de las emisiones globales (MSCI, 2023b). El incremento en la deforestación que se ha observado durante décadas, caracterizada por la eliminación de árboles para el uso de la tierra, junto con el incremento de la conciencia ambiental global y el compromiso con la conservación de la biodiversidad, ha vuelto el panorama de la deforestación más relevante y ha ganado atención por parte de las empresas y por extensión por sus inversionistas .
La gravedad de las consecuencias que trae consigo la deforestación se ven materializadas en el ámbito empresarial a través de riesgos físicos, como interrupciones en la cadena de suministros y las posibles pérdidas monetarias que representan, imposibles de permitir para inversionistas y clientes. Teniendo esto en cuenta, resulta imperativo examinar cómo esta cuestión puede afectar o representar un riesgo en cascada para los diversos jugadores dentro del ámbito empresarial.
Evaluando, primero desde una perspectiva solamente financiera, en el caso de que una empresa que produzca un bien, cuya producción requiera un proceso intensivo en la tala de árboles, enfrenta riesgos como la disminución de disponibilidad de materia prima, impactos negativos en su operación derivados del mal uso del suelo, interrupción de cadena de suministro, además de riesgos transitorios derivados de un posible incumplimiento de la normativa, reflejándose en un aumento de costos operativos para la empresa. Además, una controversia ambiental puede derivar en boicots, disminución de inversiones y multas, que en conjunto con lo anterior reducirían aún más los márgenes de utilidad de la empresa.
Ahora bien, si consideramos que esa empresa es parte de un portafolio de inversión, sería un riesgo para los inversionistas tener capital vinculado a una empresa que se enfrenta a problemas regulatorios, de reputación y operativos derivados de la deforestación. Esto podría suponer pérdidas importantes para los inversionistas, impactando la seguridad financiera de los mismos. La materialización de estos riesgos no solo podría afectar el potencial retorno a largo plazo, sino que además podría causar daños irremediables a los ecosistemas, biodiversidad y comunidades aledañas a la zona, poniendo en riesgo su calidad de vida.
Entonces, ¿cómo se deben abordar y mitigar los riesgos ligados a la deforestación en el ámbito empresarial? Para responder la pregunta, voy a partir desde un alcance global, debido a que, basados en el principio de diversificación de activos en un portafolio de inversión, estos pueden tener orígenes distintos al de México.
Iniciativas como Forest 500 son sumamente útiles, ya que evalúan, con base en un enfoque interseccional, el progreso y las mejores prácticas empresariales en cuanto a deforestación, otorgando una calificación basada en su desempeño. Esta es una herramienta clave para que los inversionistas ponderen y determinen la exposición a la deforestación que tienen en sus portafolios, y, en base a eso, tomen acciones para mitigar este riesgo para su cartera, como el engagement con dichas empresas.
En el ámbito empresarial, es una guía útil para comparar cómo diferentes empresas abordan sus riesgos ligados a la deforestación, hacer un diagnóstico e implementar mejores prácticas que, a largo plazo, pueden impactar positivamente en los márgenes de la empresa al disminuir costos, aumentar la eficiencia de recursos y prevenir siniestros en caso de la materialización de los riesgos.
Ahora, un reto al que se enfrenta el ámbito empresarial es la divulgación de información sostenible. Esto no solo tiene un impacto negativo en la reputación de la empresa, sino también financiero, al no mitigar los riesgos mencionados previamente e incurrir en sanciones. Por eso, es recomendable que en el panorama nacional se adhieran a las NIIF S1 y S2, que buscan estandarizar la información sostenible y financiera en México, para asegurar que los inversionistas tomen decisiones basadas en información certificada y que las empresas no adopten conductas como el greenwashing, provocando un daño reputacional que, a la larga, trae consigo consecuencias financieras negativas para la empresa.
Es de suma importancia mencionar el impacto que tendrán estos cambios en el sector empresarial, no solo en beneficios de mitigación de riesgos, sino también reputacionales y financieros, al poder acceder a instrumentos sostenibles con un menor costo de capital, o, en su caso, un portafolio con una exposición a riesgos ambientales baja debido a la iniciativa de las empresas por generar un entorno económico más verde y sostenible.