En 1957, en Eaton, Ohio, Chester Wagner tenía un pequeño restaurante y una gran obsesión: cocinar el mejor pollo posible. Esa búsqueda lo llevó a crear algo que cambiaría para siempre la industria de los alimentos, diseñó la primera freidora a presión comercial del mundo, un invento que no solo elevó el sabor, sino que transformó la manera de cocinar.
La llamó Henny Penny, inspirándose en un personaje de cuento infantil. No podía imaginarlo entonces, pero estaba dando origen a una organización que décadas después se convertiría en un ejemplo vivo del Capitalismo Consciente.
Hoy, Henny Penny Corporation es una de las empresas más innovadoras en el mundo de los equipos de cocina industrial, colaborando con cadenas globales como Chick-fil-A, KFC y McDonald’s.
Con más de mil colaboradores y presencia en más de cien países, ha construido una reputación basada en la calidad, la innovación y las relaciones que trascienden lo comercial. Al frente de esta historia está Rob Connelly, actual Executive Chairman y miembro de la Junta Directiva de Conscious Capitalism, Inc.
Su liderazgo ha convertido a Henny Penny en un referente global de cómo una empresa manufacturera puede ser rentable y profundamente humana al mismo tiempo.
El valor de decidir desde la conciencia
Cuando Rob Connelly llegó a Henny Penny, no lo hizo para “optimizar resultados”, sino para construir comunidad. Desde el inicio comprendió que el liderazgo no se trata de control, sino de propósito, y esa convicción fue puesta a prueba durante uno de los momentos más difíciles, la pandemia de 2020.
En abril de ese año, las ventas cayeron 80%, los pedidos se cancelaban y las voces externas sugerían recortes. Rob, sin embargo, eligió otro camino. “No vamos a despedir a nadie”, dijo, y cumplió su palabra.
Congelaron sueldos, rediseñaron procesos y produjeron solo lo necesario, creando lo que llamaron puentes para cruzar juntos la tormenta.
Mientras otras empresas se replegaban, Henny Penny construía confianza, y cuando el mercado volvió a moverse, ellos ya estaban listos. Sus competidores tardaban meses en entregar pedidos; ellos lo hacían en semanas.
En los dos años siguientes, la empresa duplicó su tamaño.
El modelo que cambia la relación entre empresa y empleado
El crecimiento no fue solo económico, fue humano. Henny Penny es 100% propiedad de sus empleados, uno de los pocos casos en Estados Unidos con un modelo Employee Stock Ownership Plan (ESOP) puro.
Cada persona, desde el operario hasta el ingeniero, posee acciones que reflejan el valor real de la empresa. Más de 100 millones de dólares en acciones pertenecen hoy a sus empleados, una cifra que representa mucho más que prosperidad, simboliza una nueva forma de compartir responsabilidad.
Cuando todos son dueños, el trabajo deja de ser una transacción y se convierte en una construcción colectiva.
Esa mentalidad de ownership ha generado una cultura participativa, consciente y profundamente humana.
Como dice Rob: "Cuando entiendes que tu desempeño afecta directamente a tus compañeros, cambia la manera en que te presentas cada día".
El bienestar como estrategia empresarial
La apuesta de Henny Penny va más allá del modelo accionario. También se expresa en cómo cuidan la vida de las personas.
En 2020 inauguraron un centro de salud gratuito dentro de su planta, con atención médica y psicológica, y en 2023 triplicaron su capacidad.
A eso sumaron un gimnasio abierto las 24 horas, programas de bienestar financiero y un acompañamiento emocional constante.
Para Connelly, estas acciones no buscan un retorno económico inmediato, sino algo más profundo: generar confianza, estabilidad y sentido de pertenencia.
“No se trata del retorno sobre la inversión (ROI), sino del retorno sobre las personas”, repite con convicción. Y el tiempo le ha dado la razón. En un mercado donde el agotamiento y la rotación son comunes, Henny Penny mantiene una retención envidiable y una cultura que se siente viva, real y sostenida por valores genuinos.
Construir catedrales en lugar de casas rápidas
Rob Connelly suele usar una analogía para explicar su visión del liderazgo: “La mayoría de los líderes actúan como house flippers, arreglan, venden y se van rápido, pero nosotros queremos construir una catedral”.
Esa frase resume una forma distinta de entender los negocios. Mientras muchas compañías piensan en horizontes de tres meses, él piensa en cientos de años. Construir algo que perdure no significa crecer lento, sino hacerlo con propósito.
Esa visión le ha permitido transformar una industria tradicional como la manufactura en una plataforma de impacto humano.
Para Rob, fabricar equipos de cocina es solo el medio; el verdadero fin es crear un entorno donde las personas puedan florecer, sentirse valoradas y crecer juntas.
De la fábrica al movimiento global
La historia de Henny Penny demuestra que la innovación no siempre nace de la tecnología, sino de la forma en que tratamos a las personas que hacen posible una empresa.
Lo que comenzó como un pequeño taller familiar hoy es una organización global con presencia en más de cien países y una cultura que inspira a líderes alrededor del mundo.
Su trayectoria recuerda que el capitalismo consciente no es una tendencia pasajera ni una etiqueta empresarial, sino una evolución del sentido mismo de hacer negocios.
Henny Penny es prueba de que la prosperidad puede medirse no solo en márgenes, sino también en bienestar, propósito y relaciones humanas.
Una conversación desde The Conscious Capitalists
Este artículo se inspira en el episodio “How Henny Penny Thrives as a 100% Employee-Owned Company” del podcast The Conscious Capitalists, conducido por Raj Sisodia y Timothy Henry.
En cada episodio, ellos exploran historias reales de empresas que están reescribiendo las reglas del capitalismo, mostrando cómo los negocios pueden sanar, inspirar y crear bienestar en el mundo.
Puedes escuchar el episodio completo en theconsciouscapitalists.com o en tu plataforma favorita de podcast.