Algo ha comenzado a cambiar en la forma en que vemos y entendemos los negocios. El viejo enfoque, centrado únicamente en las ganancias, está dando paso a una visión más humana, la cual reconoce el poder de las empresas para transformar más que solo sus balances financieros.
En el corazón de este cambio está el Capitalismo Consciente, una filosofía que propone que los negocios no solo busquen hacer dinero, sino de generar un impacto positivo en todas las personas y comunidades que rodean a una organización.
Este enfoque nos invita a ver a las empresas como algo más que simples generadoras de riqueza. Son agentes de cambio, responsables de las vidas que tocan, desde sus colaboradores y proveedores hasta los clientes, las comunidades y el medio ambiente, los cuales integran los llamados grupos de interés o stakeholders.
Cuando hablamos de ellos, nos referimos a todos aquellos grupos o individuos que se ven afectados por las decisiones de una empresa, y que, a su vez, pueden influir en ella.
El Capitalismo Consciente nos invita a pensar en el valor creado, hacia y desde estos grupos, desde diferentes dimensiones: emocional, físico, intelectual y cultural; una empresa consciente busca que todos sus stakeholders se beneficien y crezcan de manera integral.
Por ejemplo, un colaborador puede mejorar su bienestar emocional si trabaja en una empresa que promueve un ambiente de respeto y confianza. Un cliente, por su parte, puede sentirse más conectado a una marca si sabe que esta se preocupa por el medio ambiente o por mejorar la vida de las comunidades en las que opera.
Uno de los mejores ejemplos de cómo una empresa puede aplicar los principios del capitalismo consciente es Grupo Frisa, a quien analizamos en un capítulo del libro “Empresas Mexicanas: Un viaje hacia un capitalismo consciente”. Esta compañía ha logrado construir una relación sólida y transparente con sus stakeholders, integrando a sus colaboradores, proveedores y clientes en una dinámica de confianza y cooperación mutua.
Uno de los aspectos más destacables de Frisa es su compromiso con la transparencia. La empresa mantiene una comunicación abierta con sus colaboradores sobre su desempeño financiero, algo que fomenta un sentido de pertenencia y confianza entre todos los miembros de la organización.
Esta práctica de apertura ha sido clave para fortalecer los lazos internos y generar un ambiente de trabajo basado en la confianza, algo que no siempre es común en el sector industrial, donde suelen predominar controles estrictos y medidas de seguridad como el revisado de tarjetas o el uso de detectores de metales.
Sin embargo, en Frisa se opta por confiar en las personas, lo que contribuye a un entorno laboral más humano y respetuoso.
De igual manera, el cien por ciento de sus empleados tiene acceso a los resultados del negocio, como las ventas, gastos y utilidades.
Además, Frisa ha establecido una cultura de igualdad e inclusión, desde la iniciativa Women@Frisa hasta el hecho de que todos los colaboradores, sin importar su puesto, comparten el mismo comedor, lo que refuerza la idea de que en la empresa no hay jerarquías rígidas, sino un sentido de comunidad y colaboración.
Otra evidencia de su enfoque consciente es la relación de Frisa con sus proveedores y clientes, reflejado en momentos de dificultad, en los que, tanto los proveedores como los colaboradores se han mantenido leales a la empresa, brindando apoyo cuando más se necesitaba, como cuando, ante las inclemencias climáticas del huracán Alex en Monterrey, Nuevo León, México, los empleados se presentaron voluntariamente a ayudar a limpiar las instalaciones de la empresa.
Incluso los vecinos tomaron parte activa dentro de la limpieza, ya que reconocían el valor que había traído el negocio a su comunidad.
Otro aspecto interesante es cómo Frisa ha promovido la innovación a través de la co-creación. Al involucrar a sus stakeholders en los procesos de toma de decisiones, la empresa ha logrado desarrollar productos y servicios que realmente responden a las necesidades de sus clientes, fomentando un ciclo de retroalimentación continua que fortalece su capacidad para adaptarse y evolucionar en el mercado.
Las empresas que se interesan en el Capitalismo Consciente usualmente llegan a una misma pregunta: ¿por qué es tan importante tener en cuenta a los stakeholders? La respuesta es simple y el ejemplo de Frisa lo deja claro: las empresas que lo hacen, no solo crean valor económico, sino que también elevan el poder transformador de los negocios.
Al generar valor para todos los grupos de interés, las empresas conscientes logran impactar positivamente en la vida de sus colaboradores, mejorando su salud física y emocional, así como en la vida de sus clientes y proveedores, quienes a su vez se vuelven más leales y comprometidos.
Este enfoque relacional va más allá de ver la interacción con los stakeholders como un simple intercambio transaccional.
En lugar de tratar de maximizar las ganancias a corto plazo a costa de otros, el capitalismo consciente busca una relación de beneficio mutuo.
Al cuidar de sus grupos de interés, las empresas obtienen beneficios tangibles a largo plazo, como mayor lealtad de los clientes, mejor compromiso de los empleados, y una mayor disposición de los proveedores para colaborar e innovar.
Es importante destacar que las empresas conscientes no ven la creación de valor como un costo adicional, sino como una inversión en relaciones que generarán frutos a largo plazo.
Este cambio de mentalidad es crucial para entender el verdadero potencial del capitalismo consciente.
No se trata de hacer sacrificios inmediatos, sino de construir un futuro sostenible donde todos los stakeholders se beneficien y, a su vez, contribuyan al éxito de la empresa.
El caso de Grupo Frisa nos enseña que el Capitalismo Consciente no es solo una filosofía atractiva en teoría, sino que es un modelo viable y exitoso en la práctica.
Para las empresas que desean adoptar el capitalismo consciente, mi consejo es que comiencen por identificar quiénes son sus grupos de interés clave y que trabajen en fortalecer las relaciones con ellos. El verdadero valor de este modelo está en la relación que se construye a lo largo del tiempo.