La crisis sanitaria derivada del COVID-19 en 2020 marcó un precedente en cuanto a la respuesta que las diferentes esferas como el gobierno, las empresas y la sociedad tuvieron que realizar para adaptarse a esquemas de producción y convivencia, algo que, probablemente, décadas atrás sólo se apreciaría en dibujos animados. Desde el trabajo en casa, pasando por la reorganización productiva de algunos sectores económicos, hasta prácticamente un confinamiento total impuesto por los gobiernos, con el propósito de reducir la tasa de propagación del virus. Esto aceleró la implementación de las herramientas digitales que ayudarían de manera emergente a mantener funcionando el sistema de producción y de comunicación a nivel global. Ese contexto daría origen a un auge de la economía digital, también conocida desde 2011 como la Economía 4.0, y daría pie a una nueva era digital de inteligencia artificial.
Sin embargo, no todas las esferas de la sociedad han logrado adaptarse a este relativamente nuevo sistema de producción y sistema social, debido a la falta de habilidades que exige una transformación digital de ese nivel. Por un lado, para comprender la transformación digital, es necesario responder al qué, el cómo y para quién. Por ejemplo, debemos considerar la transición de estructuras de comunicación tradicionales y no digitales hacia las digitales, lo que implica un proceso técnico y social para sus usuarios. Por otro lado, para atender esa necesidad de transición, no es suficiente el desarrollo de habilidades técnicas, sino complementarlo además con educación y salud, como partes esenciales de la cultura y el Capital Humano.
De esa manera, las habilidades laborales prioritarias enlistadas en el reporte del Foro Económico Mundial como el pensamiento analítico, pensamiento creativo, inteligencia artificial y macrodatos, resiliencia, flexibilidad y agilidad, que en gran medida son competencias asociadas a los requerimientos de la transformación digital, no son más importantes que la educación y salud, sino que integran el vínculo del Capital Humano, balanceando los requerimientos mínimos hacia el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.
El Capital Humano podría concebirse como el canal de transmisión de una economía inmersa en la transformación digital hacia un crecimiento sostenible. Sin embargo, para asegurar que el canal no colapse necesitamos la actuación proactiva de las empresas en sus áreas de influencia que reconozcan el sentido de generar bienestar en la persona, es decir, empresas conscientes que tomen en cuenta el capital humano como medio de existencia.
Por lo anterior, se considera que la velocidad de recuperación de una economía ante eventos de crisis como lo fue por COVID-19, pudiera ser más rápida y generar un menor impacto negativo, en comparación con un sistema productivo y social que no considera el capital humano como un actor principal, de la misma manera en que una persona con un portafolio sólido de habilidades puede adaptarse de mejor manera a cambios en las diferentes eras, como la transformación digital actual.
Mariana Alejandra Córdova Contreras. Profesora de Gestión y Liderazgo.
Jesús Cuauhtémoc Téllez Gaytán. Profesor de Finanzas.