En 2012, cuando Javier Arteaga asumió el liderazgo de Merco, enfrentó un panorama empresarial en donde, en primera instancia, se buscó priorizar las ganancias. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que su visión tenía que cambiar: había que demostrar que el éxito financiero y la dignidad humana podían coexistir, una enseñanza que había dejado su padre durante su gestión al frente de la empresa. Este sueño dio inicio a una transformación que cambiaría el curso de Merco y se convertiría en un referente de responsabilidad social.
Un propósito que transforma
Merco, fundada en 1942 en Nueva Rosita, Coahuila, ya contaba con una trayectoria de éxito como cadena regional de supermercados. Sin embargo, Arteaga creía que podía ir más allá de ofrecer productos frescos y precios competitivos. Inspirado por la teoría del “capitalismo consciente” y la idea de “creación de valor compartido”, comenzó a trabajar para transformar a Merco en un ejemplo de cómo las empresas pueden prosperar mientras generan impacto social.
El primer paso fue comprender las necesidades de su equipo. Se llevó a cabo un análisis profundo de las condiciones laborales y del costo de vida, revelando una realidad crítica: muchos empleados no podían cubrir sus necesidades básicas con los salarios existentes. Aquello no solo era insostenible para las familias, sino también para la moral de la organización. Así nació la política de “ingresos dignos”.
El camino hacia la dignidad laboral
Con base en datos provenientes de la iniciativa México Digno y otros organismos, Merco estableció un objetivo inicial: que ningún empleado tuviera un ingreso mensual integrado menor a $12,850 pesos en zonas urbanas y $11,177 en zonas rurales. Estos salarios superaban ampliamente los umbrales de pobreza calculados, que rondaban los $9,814 pesos por trabajador. La meta a largo plazo era alcanzar un ingreso mensual de $18,000 pesos para 2028.
Los ajustes salariales comenzaron en 2014, con incrementos semestrales cuidadosamente planeados para no comprometer la estabilidad financiera. Cada semestre, los excedentes de las utilidades se destinaban a mejorar las condiciones de los empleados, asegurando que las políticas fueran sostenibles. Este proceso fue acompañado por la creación de programas de salud, educación y seguridad laboral, así como la fundación de la Universidad Merco, enfocada en el desarrollo continuo de los colaboradores.
Resultados que hablan por sí mismos
Los efectos de esta transformación no tardaron en hacerse evidentes. En menos de una década, Merco logró reducir su rotación de personal del 98% al 41%. Este cambio no solo disminuyó costos asociados a contrataciones y capacitaciones, sino que también generó estabilidad operativa y un ambiente laboral positivo.
La productividad también se disparó. En 2023, las ventas por metro cuadrado alcanzaron los $118,000 pesos, superando a competidores como Soriana y Walmart. Esta mejora fue impulsada por empleados comprometidos y satisfechos, quienes reconocían que su trabajo era valorado y bien remunerado.
La reputación de Merco también creció. En 2023, fue reconocida en el ranking de Great Place to Work, ocupando la posición 62. Este reconocimiento no solo atrajo a talentos de alta calidad, sino que también reforzó la lealtad de los clientes, quienes valoran cada vez más a las empresas responsables.
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El impacto en las comunidades
El compromiso de Merco con el ingreso digno tuvo un efecto multiplicador en las comunidades locales. Con mejores salarios, las familias de los empleados pudieron invertir en educación, salud y bienestar, generando un impacto positivo en la economía regional. Además, al reducir la desigualdad, Merco contribuyó a fortalecer el tejido social, demostrando que una empresa puede ser un motor de cambio.
La historia de Merco ofrece valiosas enseñanzas para otras empresas. Invertir en las personas no solo es una responsabilidad moral, sino una estrategia rentable y sostenible. Sin embargo, el cambio no ocurre de la noche a la mañana. Requiere visión, compromiso y paciencia. La transformación de Merco tomó más de 10 años, pero los beneficios a largo plazo son innegables.
Las empresas que deseen seguir este camino pueden comenzar con acciones concretas: realizar un diagnóstico de las necesidades de sus empleados, establecer metas claras, invertir en desarrollo profesional y fomentar una cultura de inclusión y respeto. Como demuestra Merco, estas acciones no solo mejoran la vida de las personas, sino que también fortalecen el éxito empresarial.
El caso de Merco nos invita a reflexionar sobre el papel de las empresas en la sociedad. En un mundo donde las brechas sociales y económicas se hacen cada vez más evidentes, las organizaciones tienen la oportunidad de liderar un cambio positivo. Adoptar un enfoque consciente, centrado en todos los stakeholders, no es solo una opción, sino una necesidad para construir un futuro más justo y próspero.
¿Está tu empresa lista para dar el paso hacia un modelo más consciente? La experiencia de Merco demuestra que el cambio es posible y que los beneficios trascienden lo económico. Ahora es el momento de actuar y redefinir lo que significa tener éxito.
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