Según el Foro Económico Mundial, los cinco principales riesgos globales percibidos para los próximos dos años son: la crisis del costo de vida, los desastres naturales y eventos climáticos extremos, las confrontaciones geoeconómicas, el fracaso en la mitigación del cambio climático y la polarización y la erosión de la cohesión social . Es decir, las contingencias que parecen dominar el futuro próximo de la humanidad corresponden a las esferas social, ambiental y geopolítica.
En todo caso, es la acción humana la que incide en las posibles condiciones adversas para nosotros mismos. Pasamos ya por una pandemia, pero parece que la consciencia adquirida en esos momentos de crisis fue fugaz. Una vez que el miedo desapareció, la tan nombrada nueva normalidad se evaporó y regresamos a los hábitos y a las costumbres anteriores a la emergencia sanitaria. No aprendimos nada.
En la estructura socioeconómica que vivimos en la mayor parte del planeta, si bien los Estados pueden guiar estrategias para prevenir dichos riesgos a través de políticas públicas consistentes, son las organizaciones económicas quienes tienen la capacidad de tomar acción y corregir estos escenarios. Las empresas conscientes, desde su rol e influencia en la sociedad, pueden dar respuestas para transformar sus comunidades en un entorno próspero, justo e incluyente.
Una empresa consciente, por definición, tiene un propósito fundamental con una perspectiva social donde la generación de riqueza económica es un medio, más no el fin. El verdadero destino de las empresas conscientes es la creación de valor para todos los grupos que tienen un interés en la empresa. Es entonces cuando la empresa consciente, se convierte en un bien de la sociedad.
Una organización que actúa con este entendimiento de su responsabilidad e influjo, toma decisiones en favor tanto de la interacción social como de la restauración ambiental, y genera modelos de negocio que resuelven efectivamente esas necesidades que son tan reales, que el día de hoy, representan un riesgo global.
Sin embargo, las empresas e instituciones no existen en el vacío. Si bien tienen capacidad de incidir en la cultura de la sociedad donde están inmersas, también son influidas por la misma. Al competir en sus mercados, enfrentan las mismas reglas del juego que nos han orillado a estas condiciones que amenazan la supervivencia humana: consumo rapaz de los recursos naturales, abusos laborales sistemáticos, corrupción y lucha por el poder, entre otros.
Para una empresa, es posible actuar de manera distinta, sostenida en un liderazgo consciente y con una probidad sólida, creando una dinámica donde no solo reconoce a sus grupos de interés, sino que los integra en su lógica de negocios generando un valor tan alto en lo económico, ambiental y social, que propicia condiciones que hacen posible el florecimiento de todos.
Una empresa consciente tiene la capacidad de detonar un efecto de onda, pues influye en sus colaboradores, proveedores, comunidad, autoridades civiles e incluso en sus competidores y a la vez, puede fortalecerse en ellos para mantenerse en su propósito a pesar de que las reglas del mercado no evolucionen en el mismo sentido o con la misma velocidad. Justo ahí es donde puede detonar el despertar de la sociedad hacia una consciencia más clara de los impactos de nuestra forma de vida en el medio ambiente y en nuestra existencia compartida.
Los riesgos globales que ensombrecen el futuro de la humanidad pueden ser revertidos con una transformación cultural donde colectivamente tomemos acciones y decisiones desde el discernimiento para optar por aquéllo que nos acerca comunitariamente a mayores niveles de bienestar para todos. Esto supone un giro de la polarización y desintegración hacia la cohesión social; de la procuración de prosperidad particular hacia el florecimiento compartido; del uso indiscriminado de los recursos naturales hacia el cuidado y regeneración de los mismos.
Crecer en consciencia es una tarea colectiva. El primer paso es entender que solo hay futuro si es común. Ojalá nuestra capacidad humana nos alcance para transformar nuestra realidad antes de que otro riesgo global lo haga.
- Lilia Lopéz es profesora del Tecnológico de Monterrey, con Doctorado en Administración. Tiene varias publicaciones en revistas indexadas internacionales con temas relativos a Negocios Conscientes, Responsabilidad social y valores en el contexto laboral mexicano. Adicionalmente, cuenta con 15 años de experiencia como consultora de empresas en las áreas de estrategia corporativa y capital humano. Escritora y columnista en temas de negocios.