En el corazón de las montañas de Chiapas, donde el café forma parte esencial del paisaje y del sustento de cientos de comunidades indígenas, nació una iniciativa empresarial que hoy representa un modelo ejemplar de capitalismo consciente en México: Kali Coffee Roasters.
Esta historia no comenzó como un plan estratégico ni con el objetivo de abrir cafeterías, sino como una respuesta a una crisis ambiental, social y económica que afectó a toda una región cafetalera.
Del desastre ambiental al compromiso comunitario: cómo la roya transformó un propósito familiar
Pascual Castillo Moctezuma, cofundador de la empresa Comercializadora Fincaf SA de CV y de Granos La Fortaleza, ha sido una figura clave en este proceso de transformación, al que se ha sumado María Esther Saut, quien ocupa actualmente el puesto de Gerente de Sostenibilidad. Actualmente ocupa el cargo de Gerente de Sostenibilidad dentro de la organización, y su liderazgo ha sido fundamental para llevar a la empresa por un camino de impacto positivo, especialmente en las comunidades indígenas productoras de café.
Su historia, profundamente entrelazada con la de su esposo, parte de una experiencia compartida con más de tres décadas en la industria cafetalera, que se ha traducido en una serie de decisiones guiadas por el propósito y el compromiso social.
La historia se remonta al año 2014, cuando la roya, un hongo devastador, afectó gravemente la producción de café en la región. La familia Castillo Saut fue testigo directo del impacto: más del 95% de las fincas cafetaleras en la zona, operadas principalmente por pequeños productores de origen tzeltal, tzotzil y chol, quedaron destruidas. Frente a esta emergencia, y lejos de retirarse, decidieron intervenir desde lo local, apostando por una restauración cafetalera integral.
Entre 2014 y 2017, con capital propio, distribuyeron alrededor de 20 millones de plantas de café sin ningún compromiso comercial a cambio. Este esfuerzo se complementó con la creación de viveros comunitarios, asistencia técnica gratuita y un trabajo constante para recuperar la confianza de los caficultores en el futuro del café en la región.
Como muestra de este compromiso, la familia convirtió su propio rancho ganadero en una finca cafetalera modelo, bajo un sistema agroforestal que promueve la biodiversidad, la recuperación de suelos y la producción sustentable.
Una finca modelo que cambió las reglas del juego en el trabajo agrícola
En 2017, esta finca inició su proceso de certificación, consolidándose como un referente en buenas prácticas agrícolas. Desde entonces, también se ha implementado un modelo laboral más justo, contratando y capacitando a jornaleros de comunidades cercanas, garantizándoles acceso a seguridad laboral, atención médica básica, herramientas de trabajo seguras y oportunidades de desarrollo.
El siguiente paso fue integrar la cadena de valor completa. En 2018, construyeron un beneficio de café de alta tecnología en una zona remota del municipio de Chilón, Chiapas. Esta infraestructura no sólo modernizó el procesamiento del grano, sino que también brindó empleo e inclusión a productores que nunca antes habían sido parte del eslabón industrial del café.
Del campo a la taza: cómo Kali Coffee Roasters cerró el círculo de valor
Ese mismo año, en Monterrey, Pascual Castillo Moctezuma, junto con su hijo Pascual Castillo Saut y Juan Carlos García Gallego (cuñado de su hijo), fundaron Kali Coffee Roasters, una cadena de cafeterías que hoy cuenta con cinco sucursales y un centro de tostado.
Con esta iniciativa, cerraron el círculo completo de la cadena de valor, desde la selección de la semilla hasta la preparación de una taza. Kali se ha posicionado como un ejemplo de trazabilidad, calidad y conexión entre el consumidor y el productor.
En 2021, comenzaron las exportaciones, y para 2023, pusieron en marcha un proyecto piloto para levantar datos georreferenciados (GPS), detectar prácticas de deforestación y realizar encuestas focalizadas con los productores. Este diagnóstico permitió identificar con mayor precisión las necesidades reales de más de mil productores.
El enfoque técnico y estratégico del proyecto atrajo la atención de organizaciones como USAID y empresas como Sucafina, que integraron a Cofincaf en su programa de verificación IMPACT, siendo esta la primera vez que trabajan con productores de tan pequeña escala en México.
A pesar de que el apoyo de USAID se detuvo por motivos administrativos, el proyecto continúa con recursos propios, ahora enfocado en el desarrollo de fincas demostrativas y en colaboraciones con FIRA, que facilitó la conexión con el proyecto de mejorador de suelos orgánicos desarrollado por ingenieros del Tec, y con una nueva iniciativa en desarrollo llamada BIOFINCAS, en colaboración con el gobierno alemán.
Esta es una de las iniciativas más recientes que incluye la posible implementación de biofertilizantes desarrollados a partir de quitina extraída de la cáscara de camarón, en alianza con egresados del Tec especializados en biotecnología, promoviendo una economía circular en el sector agroalimentario.
Capitalismo consciente en territorio cafetalero: una empresa que pone a las personas al centro
Para María Esther, hacer empresa con conciencia implica entender que no se puede operar ajeno al entorno. Cofincaf ha implementado programas anuales de capacitación agrícola, campañas de salud para mujeres, proyectos de inclusión de género y acciones de preservación del ecosistema.
Estos esfuerzos buscan dignificar a todos los actores de la cadena cafetalera y reducir la brecha entre el conocimiento técnico disponible y el acceso que tienen los caficultores, muchos de ellos sin estudios, sin acceso a servicios de salud o financiamiento.
El modelo que lidera María Esther no es caritativo ni asistencialista. Es un ejemplo claro de capitalismo consciente, donde los negocios son una fuerza para el bien, con una visión de largo plazo que considera a todos los grupos de interés: colaboradores, comunidades, clientes, proveedores y el medio ambiente. La relación con sus stakeholders no es transaccional, sino transformacional.
Hoy, Cofincaf y Kali Coffee Roasters representan más que una empresa cafetalera: es una comunidad de valor compartido, un puente entre el consumidor urbano y las manos que siembran y cosechan.
Su historia es una prueba contundente de que es posible construir empresas prósperas que también generen bienestar colectivo; y que detrás de cada taza de café, puede haber un compromiso profundo con la dignidad humana, la justicia social y la sostenibilidad.