El experto en Asuntos Económicos y Sostenibilidad, Enrique Lendo, lo tiene claro; con una trayectoria que abarca organismos internacionales, el gobierno mexicano y hoy la asesoría estratégica a empresas, sostiene con firmeza que la sostenibilidad ha dejado de ser una moda o un valor agregado: ahora es una condición necesaria para competir. Las compañías que no lo comprendan a tiempo podrían, simple y llanamente, quedarse fuera.
No se trata de una alarma sin sustento; desde 2019, el Foro Económico Mundial ubicó por primera vez a los riesgos ambientales como las amenazas más críticas para el planeta, un cambio que marcó un antes y un después.
A partir de ese momento, el cambio climático dejó de verse únicamente como un problema ecológico y empezó a considerarse un riesgo financiero importante.
Desde entonces, bancos, fondos de inversión, pensiones y empresas comenzaron a operar bajo una lógica distinta: si no eres sostenible, te vuelves una apuesta riesgosa.
México, inesperadamente a la vanguardia
A diferencia de lo que muchos suponen, México no está rezagado en esta materia. De hecho, según Lendo, es el país más avanzado en finanzas sostenibles dentro de América Latina, gracias al trabajo de instituciones como el Banco de México y la Secretaría de Hacienda, que han incorporado criterios ESG en regulaciones bursátiles, pruebas de estrés e incluso han desarrollado una taxonomía clara para definir qué constituye una inversión verde.
Según la organización Climate Bonds Initiative, al cierre de 2023, el país acumulaba más de 38 mil millones de dólares en bonos verdes, sociales y sostenibles, lo que lo convierte en el segundo mercado más grande de la región en este tipo de instrumentos. Esta cifra representa el 21% del total regional, superando ampliamente el promedio global en proporción a su tamaño económico.
Hoy más del 60 por ciento de las grandes empresas mexicanas ya adoptaron estrategias de sostenibilidad, y para 2025, será obligatorio que todas las que cotizan en bolsa reporten su desempeño en temas ambientales, sociales y de gobernanza, lo cual no es una formalidad sino una señal clara de hacia dónde se dirige el mercado.
El cambio es tangible; en 2023, la inversión global en energía limpia duplicó a la de fuentes fósiles, y el 90 por ciento de las compañías que integran el S&P 500 ya operan bajo lineamientos ESG.
En este panorama, México tampoco se queda atrás: empresas como Bimbo, Cemex, Femsa o Bio Pappel están rediseñando sus modelos de negocio para alinearse con esta nueva lógica empresarial.
Estrategia empresarial con base verde
Para Lendo, la clave es comenzar con una pregunta honesta: ¿por qué hacerlo? No se trata de seguir una corriente ni de aparentar compromiso ambiental, sino de entender qué valor concreto puede aportar la sostenibilidad a cada empresa.
Las razones varían: algunas lo hacen para atraer inversión, otras por cumplir con regulaciones o simplemente para adaptarse a un consumidor más exigente que prioriza marcas responsables.
Lo importante es definir metas claras, una hoja de ruta realista y una estructura de gobernanza sólida que impulse el cambio desde la alta dirección. Ejemplos como el de Bimbo lo demuestran: cuando el liderazgo cree en esta visión, la sostenibilidad permea toda la organización.
Daniel Servitje, con una apuesta de largo plazo, ha llevado a la empresa a posicionarse entre las más sostenibles del mundo sin sacrificar rentabilidad.
Porque, más allá del deber ético, ser sostenible es más rentable, menos riesgoso y mucho más eficiente.
Economía circular: eficiencia como modelo de negocio
Según Lendo, estamos produciendo demasiado y desperdiciando aún más. En México, se pierde el 50 por ciento del agua disponible, se generan más de 120 mil toneladas de residuos al día y apenas el 8 por ciento de la economía mundial puede considerarse circular.
Lejos de ser una moda verde, la economía circular propone un modelo de eficiencia profunda. Se trata de mantener los materiales en circulación el mayor tiempo posible y conservando su valor, lo cual no solo reduce residuos sino que también abre nuevas oportunidades de negocio que podrían alcanzar los 4.5 billones de dólares a nivel global.
México ya tiene ejemplos exitosos como PetStar, el centro de reciclaje de PET más grande del mundo, aunque podrían surgir muchos más si se fortalecen las condiciones, tanto en el plano regulatorio como en el de incentivos.
Con leyes estatales y una próxima legislación nacional sobre economía circular, el escenario se vuelve más prometedor.
Movilidad eléctrica: un cambio en marcha
Entre 2023 y 2024, la venta de autos eléctricos en México creció 90 por ciento, una cifra que aunque representa apenas el 5 por ciento del mercado total, indica una tendencia que difícilmente se revertirá.
El desafío ahora es acelerar el desarrollo de infraestructura de carga y servicios de mantenimiento que sostengan esta transición.
Pero la visión de Lendo va más allá del automóvil particular, pues el verdadero potencial está en el transporte público y de carga. Casos como el de los autobuses eléctricos en Yucatán, impulsados por ADO a través de esquemas financieros de largo plazo, demuestran que la movilidad sostenible también puede ser un buen negocio.
Con metas globales que apuntan a una transformación completa para 2035, México tiene una oportunidad única de liderar no solo la manufactura de vehículos eléctricos, sino también la producción y procesamiento de baterías de litio, generando así valor agregado desde su origen.
Nearshoring: una ventana para reinventarse
El fenómeno del nearshoring, que está trayendo inversiones y relocalización de fábricas, representa también una oportunidad más profunda: cuestionar qué producimos, cómo lo hacemos y para quién. Hoy ensamblamos autos o pantallas, sí, pero generamos poco valor propio.
Si México apuesta por innovación, tecnologías limpias y componentes estratégicos como microchips o sistemas de tratamiento de agua, puede posicionarse como un actor clave en la economía verde global.
El talento ya está; de hecho, el país forma más ingenieros por habitante que muchas naciones desarrolladas. Lo que falta es una visión empresarial que piense más allá del corto plazo.
Para Lendo, no se trata de caridad ni de buena voluntad. La sostenibilidad es, en última instancia, una estrategia racional para reducir riesgos, mejorar eficiencia y asegurar rentabilidad a largo plazo.
Aunque el mundo atraviesa un momento de tensiones geopolíticas y cierta incertidumbre sobre los compromisos climáticos, esto no representa un retroceso, sino un reacomodo.
Como cuando pasamos del teléfono fijo al celular, o de los videoclubes al streaming: el cambio no se detiene, simplemente toma nuevas formas.
Por eso, el mensaje final para las empresas mexicanas es claro: si quieren seguir existiendo después de 2030, no basta con pensar en el próximo trimestre. Hay que diseñar estrategias que duren más de cien años.