En muchas ocasiones, cuando hablamos de amor en un contexto empresarial, terminamos siendo malinterpretados. No se trata de un amor superficial o romántico, sino de un compromiso profundo con el bienestar y crecimiento de las personas. Este tipo de amor, al que yo llamo "exigencia apapachadora", requiere un equilibrio entre la determinación y el cariño genuino. En otras palabras, cuando un colaborador necesita mejorar, se le guía con afecto pero con claridad, siempre con el objetivo de mejorar y tener éxito.
Otro de nuestros objetivos es satisfacer las necesidades de nuestros clientes, por lo que no puedo evitar recordar mi niñez, cuando jugábamos en las calles sin preocupaciones, a diferencia de la actualidad. En Grupo HABI, nuestro objetivo va más allá de simplemente brindar seguridad en un lugar, ya que lo que buscamos lograr es mejorar la vida de nuestros clientes brindándoles no solo un hogar, sino también un espacio donde puedan crear recuerdos y formar una comunidad sólida.
El primer grupo que debemos abordar con esta filosofía, en mi opinión, son nuestros colaboradores. Ellos son el centro de la organización y es fundamental que se sientan valorados y apoyados.
Esto comienza con salarios justos, una compensación que refleje su valor humano en la empresa y su contribución económica. Además, debe haber un compromiso constante con su formación y desarrollo. Mi objetivo es que cada uno de ellos crezca, incluso si eso significa que dejen la empresa; el bienestar de cada miembro alrededor de nuestra organización es nuestro objetivo final.
El bienestar de los empleados requiere un esfuerzo diario para comprender sus necesidades y aspiraciones e implica estar presente, prestar atención activa y responder con acciones que demuestren que realmente nos importa su progreso personal y profesional.
Fomentamos un entorno en el que cada persona se siente empoderada para lograr su máximo potencial a través de programas de capacitación, mentoría y oportunidades de avance. Cuando un empleado se siente apoyado y valorado, se compromete más con la empresa, lo que conduce a un mejor desempeño y un entorno laboral más positivo.
Compromiso con el Cliente: Más que un Negocio, una relación de vida
Sin embargo, esta estrategia no se limita a los trabajadores. Nuestro objetivo va más allá y busca cambiar vidas a través de lo que hacemos. Por ejemplo, en nuestros proyectos de desarrollo inmobiliario, buscamos crear espacios que realmente impacten y mejoren la vida de quienes los habitan, en lugar de solamente construir estructuras. La construcción de viviendas es una responsabilidad social y un negocio pero mi objetivo es que las familias que adquieren viviendas con nosotros no solo tengan un techo, sino que también encuentren un hogar donde puedan prosperar, en un entorno seguro y enriquecedor.
Esta filosofía se aplica a todos nuestros grupos de interés, desde los clientes hasta los proveedores. Creemos en crear valor compartido, lo que implica pagar a tiempo, establecer relaciones ganar-ganar y compartir esta misma filosofía con otros. Cuando todos en la cadena de valor se sienten valorados y respetados, el ecosistema empresarial se fortalece. Al final del día, se trata de entender que todos estamos conectados.
Adoptar este enfoque requiere un cambio de mentalidad que pone a las personas en el centro de nuestras decisiones dentro de los negocios. Esto no implica sacrificar los beneficios de la empresa, sino generar valor de manera ética y consciente; al final el objetivo es hacer el bien.
Este tipo de modelos nos ayuda a construir no solo una empresa exitosa, sino también una comunidad de personas comprometidas con el bienestar común. Este es el legado que queremos dejar: un efecto positivo que trascienda generaciones, demostrando que es posible hacer negocios de manera diferente, con el corazón en el centro y con la firme convicción de que el éxito real es aquel que beneficia a todos.